Si vas a comprar una pluma estilográfica, no hagas esto
En STILOGRÁFICAS hemos dado muchos consejos a la hora de comprar una estilográfica, e incluso os hemos recomendado marcas y modelos que tienen muy buena relación calidad-precio. Hemos hablado de plumas estilográficas baratas, de precio medio y de lujo. Os hemos hablado de las tintas, de los sistemas de recargas, de marcas de nueva hornada que están funcionando muy bien…
Vaya, que por recomendar no quede. 🙂
Guía de lectura
Consejo a la hora de comprar una estilográfica
Pero el consejo de hoy no va tanto sobre una marca o un modelo, ni sobre un tipo de pluma, sino que es más generalista. Os voy a hablar de un error que no solo he cometido yo, sino también otros compradores de plumas estilográficas.
Os cuento: como soy (un pequeño) coleccionista de estilográficas, me regalaron por mi cumpleaños una pluma estilográfica muy bonita, de una marca de las buenas, con plumín de oro y una estética de lo más atractiva. Se trataba de una pluma que valía más de doscientos euros, comprada en una tienda física. (Como no es el objetivo de este post hacer publicidad negativa de tiendas ni de marcas, no daré más datos). Pues bien, el caso es que cuando me la regalaron la saqué de la hermosa caja, la tuve en mis manos, la disfruté visualmente… pero no la probé. Y eso, amigos de STILOGRÁFICAS, es un error.
La estilográfica es un artículo de escritura glamuroso, pero delicado
Al contrario de lo que pasa con los bolígrafos o los rollers, útiles de escritura no tan glamurosos como la pluma estilográfica pero que en cambio apenas dan problemas, una pluma es un producto sumamente delicado. Aunque en la mayoría de las ocasiones la pluma no presente ningún problema (suelen escribir bien desde el principio, incluso las más baratas), hay veces en que viene con defectos de fábrica, como ocurrió con esta pluma que me regalaron.
Cuando me senté con algo de tranquilidad a usarla, comprobé que no escribía bien, y que su trazo se interrumpía cada siete u ocho palabras. Un desastre. Hice lo habitual: la limpié a fondo por si tenía tinta seca retenida, pero nada. Al final tuve que contactar con la tienda que se la vendió a la persona que me la regaló. Me dijeron que se me había pasado el plazo en que podrían habérmela cambiado por otra, pero que la arreglarían sin coste. Lo di por bueno. Y eso hicieron. El problema es que tuve que llevarla a la tienda, que cae bastante lejos de mi casa. Ese fue el primer problema. El segundo es que una vez “arreglada”, tuve que volver a por ella. El tercer error es que en casa volví a comprobar que seguía igual, y después de unas cuantas palabras dejaba de escribir. El cuarto problema es que tuve que ir una vez más a la tienda, a llevar la pluma de escribir nuevamente.
Sigo esperando mi estilográfica
En fin, la pluma sigue en el taller al que la ha enviado la tienda donde fue comprada. Y yo sigo sin poder usar la pluma. Una gran pluma, sí, pero ¿de qué sirve que sea estupenda si no escribe o, como es el caso, escribe solo unas cuantas palabras antes de pararse?
Nada de esto hubiera pasado si la hubiera probado con prontitud, al poco de recibirla. Me la hubieran cambiado por otra sin problemas. Estoy pagando, pues, haberme confiado en que la pluma escribiría sin el menor error.
Valga este post para daros un buen consejo: Cuando compréis una pluma (o cuando os la regalen, lo mismo da), probadla, a ser posible el mismo día en que la recibís. Da igual que la pluma sea barata, de lujo o de precio medio. Es vuestra pluma, y da mucha pena que por no probarla os suceda lo que a mí (que sigo esperando; y a ver cómo se resuelve este conflicto…).
Probad la pluma, probadla. Quizá así os ahorréis algún chasco inesperado.
Ventajas e inconvenientes de la pluma estilográfica
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